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Juan Moreno Burgos (Regensburg/Landshut)



Un análisis renovado sobre verbos estativos



A renewed approach to stative verbs
The aim of this paper is to describe the phenomenon of stativity in Spanish on the basis of aspectual criteria such as atemporality and binarism. The analysis of the data will be supported by means of Carlson's (1978) and Moreno Cabrera's (2003) theories. By doing that, I will show that states are necessarily non-durative and that they can be splitted in two types depending on, respectively, whether we adopt a qualitative or a quantitative point of view. In Spanish, these two types are mainly represented by the verbs ser and estar. I will consider the distribution of both of them, in order to cast light upon this controversial issue: I will argue that the verb estar can be regarded as an epistemic marker; that is to say, it sometimes signals a lower commitment to the truth of a statement. Moreover, I will explain why the use of both verbs (ser and estar) requires knowing the semantics of the lexical items they combine with.


1 Introducción

El fenómeno de la estatividad constituye un objeto de estudio cuyas fronteras no siempre aparecen delimitadas de una manera precisa, alimentando una controversia acerca de cuáles son las características que propiamente la definen. Los estudios aspectuales, que desde Vendler (1957) se han ido sucediendo de manera constante, constituyen un marco teórico bastante recurrente. Sin embargo, y a pesar de esas innumerables contribuciones, todavía no se ha llegado a la unanimidad necesaria para entender la complejidad del asunto, debido en parte a que se siguen arrastrando notables prejuicios. Entre ellos, el más comúnmente aceptado de que los estados se extienden a lo largo del tiempo.

De este modo, y partiendo de los verbos ser y estar como los principales representantes de la estatividad, no es menos que sorprendente que aún hoy en día se siga describiendo a ambos en función de una mayor o menor duración. Podemos esgrimir los siguientes argumentos en contra de la citada duratividad:

a. En las lenguas existe una oposición fundamental entre estado y evento1. Lo que diferencia a un grupo de otro es que sólo el segundo remite a la dinamicidad. Esto es, los predicados dinámicos son los únicos que poseen un desarrollo interno, lo cual constituye un criterio excluyente. Desde esta denominación es contradictorio afirmar que existan "estados dinámicos"2 o "eventos estáticos".




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b. El hecho de asociar a una situación estática con un intervalo no significa que dicha situación se extienda a lo largo del tiempo (p.e. estar en casa toda la tarde). Dicha duración viene únicamente dada por el complemento temporal que la acompaña.
c. La pretendida duración en estados como ser español es una conclusión a la que se llega al considerar dos instancias referencialmente vagas (el antes y el ahora); sin embargo, no se trata de cuantificar, sino de aplicar criterios cualitativos.
d. Aún en el caso de que esta fuera aplicable a los estados, la duratividad no permite de por sí discriminar entre los diferentes tipos de verbos estativos: ¿qué intervalo de tiempo deberíamos asignar exactamente a cada uno para establecer una distinción efectiva? Pensemos en ejemplos como estar {muerto/ triste} y comparémoslos con otros como ser {feliz/ becario}, ¿cómo podríamos formular una regla predictiva para el uso de uno u otro verbo?

En este artículo estableceremos una diferencia básica entre ser y estar partiendo de la teoría de Carlson (1978), pero renunciando a denominaciones como las de verbo copulativo3: explicaremos que el primero de ellos establece una relación entre entidades, mientras que el segundo supone originalmente una relación entre una entidad y un lugar. A partir de esta información locativa surge por extensión otra de tipo atributivo, como observamos en ejemplos como estar cansado.

Debemos indicar que un análisis adecuado del fenómeno conlleva no sólo el estudio de ser y estar, sino también de los elementos léxicos que los acompañan, ya que el significado de los mismos determina en gran medida su combinación con dichos verbos. En este sentido, el criterio formal no es menos importante a la hora de establecer un vínculo con la semántica verbal: los adjetivos participiales suponen la expresión de un componente de tipo aspectual que aparece explicitado mediante estar. En el caso de los no-participiales, consideraremos que el uso de este mismo verbo constituye, sin embargo, un mecanismo para restringir el contenido de verdad de las oraciones formuladas con el verbo ser; a su vez, esto puede derivar en interpretaciones de tipo pragmático relacionadas con el cambio.

Nuestro trabajo estará por tanto organizado de esta manera: en el apartado que sigue describiremos las propiedades aspectuales de los verbos estativos para centrarnos a continuación en la distribución de ser y estar. En el último apartado desarrollaremos el grueso de nuestra aportación: relacionaremos a dichos predicados con la modalidad epistémica, llamaremos la atención sobre la importancia del fenómeno de la polisemia y cerraremos el artículo con una exposición metodológica de los datos presentados.




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2 La descripción de los estados

2.1 Los diferentes tipos de predicados

Al abordar el estudio de la categoría verbal se hace necesario distinguir entre tres nociones: aspecto verbal, aspecto gramatical y tiempo gramatical. Mientras que las dos últimas están ligadas a la información que viene dada mediante la flexión4, la primera de ellas debe ser entendida como una característica inherente a los predicados. Esto es, por decirlo de una manera simple, partimos de las propiedades de los verbos en infinitivo. Desde Vendler (1957) se ha venido haciendo la siguiente clasificación: estados (durativos y atélicos), actividades (durativas y atélicas), realizaciones (durativas y télicas), logros (puntuales y télicos). A estos les ha añadido Smith (1991) y Bertinetto (1986) una quinta clase: los semelfactivos (puntuales y atélicos). Mediante el término duratividad se hace referencia a la capacidad de expresar evolución dinámica; mediante el término telicidad se considera el hecho de poder explicitar un nuevo estado de cosas5. Así, por ejemplo, escribir un libro implica un nuevo objeto en el mundo real, mientras que ir a Madrid supone un cambio de localización, en el que se alcanza el lugar designado.

Ahora bien, a pesar de que existe una cantidad notable de estudios posvendlerianos, en la mayoría de ellos no se cuestionan los supuestos más problemáticos. A saber: la proclamada duratividad de los estados y el carácter puntual de logros y semelfactivos. De esta manera, se hace necesario distinguir entre dos grandes grupos de predicados: los estados y el resto (actividades, realizaciones, logros y semelfactivos), a los que denominaremos eventos. La característica que los define es, respectivamente, la ausencia o presencia de dinamicidad. Dicha propiedad no debe sin embargo confundirse con el tiempo extralingüístico: no se trata de que los eventos se desarrollen en el tiempo, sino que los eventos son "tiempo" en sí mismos. Esta confusión viene dada a partir de la observación de complementos temporales como los de duración: leer el periódico durante dos horas significa aportar información sobre la manera en la que conceptualizamos el mundo real; esto es, mediante una convención basada en los calendarios: días, horas, minutos, segundos, etc. Lingüísticamente, no hay diferencia alguna entre el complemento aludido y otro como (leer el periódico) durante cinco minutos: lo que se hace es acotar un periodo a partir de dos puntos de referencia en los cuales la predicación leer es verdad.

En relación a la temporalidad no podemos pasar por alto la llamada teoría subeventiva de Pustejovsky (1991), profundizada por Moreno Cabrera (2003). Mediante esta, se llega a la conclusión de que los eventos están formados por unidades más pequeñas y nucleares: los estados. Así, un predicado télico como ir a Madrid puede ser descrito de la siguiente manera6:




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Figura 1. Dinamicidad a partir de un evento télico.


Para dar cuenta de la dinamicidad lo relevante es la relación entre una entidad7 y un espacio locativo, dado que, como indica Carlson (1978), una misma entidad no puede encontrarse en dos lugares diferentes a la vez. De este modo, las especificaciones horarias no son relevantes para el aspecto léxico, sino más bien para el tiempo gramatical: si decimos Juan estuvo tres horas en Madrid estamos situando dos puntos en relación de anterioridad con el momento del habla. Esto a su vez posee ciertas implicaciones para el aspecto gramatical en las que aquí no entraremos8.

Conforme al principio de economía lingüística, que se basa en dar cuenta del mayor número de posibilidades con el menor número de recursos, se explica en Moreno Burgos (2014a: 352–356) que los eventos constan únicamente de dos estados. Al pensar en la graduabilidad de las situaciones (estar casi en Madrid) estarían entrando en juego condicionantes de tipo pragmático introducidos por operadores específicos, como el adverbio casi. Como vemos, los estados de tipo locativo se corresponden con el verbo estar. Sin embargo, la estatividad se expresa también a través del verbo ser. A continuación nos centraremos en todo ello.


2.2 La atemporalidad de los estados

Los verbos ser y estar no son los únicos verbos estativos; sin embargo, constituyen un paradigma en torno al cual se agrupa el resto de predicados que poseen las mismas características: vivir, amar, tener, gustar, encontrarse, residir, etc. No es nuestro objetivo realizar un inventario detallado de los mismos; sobre todo porque hay que considerar que el aspecto imperfectivo desempeña aquí una función importante: posee la propiedad de transformar a eventos en estados.




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Pensemos por ejemplo en el predicado comer verdura: se puede decir que Juan comió ayer verdura o que Juan sólo comía verdura, pero sólo este último equivaldría a "Juan era vegetariano".

Para realizar un análisis de ambos verbos, opinamos que lo más apropiado es servirse de las tesis de Carlson (1978), quien distingue entre el nivel de los individuos (individual-level) y el nivel de los estadios (stage-level)9. Mostraremos cómo, a pesar de no tratarse de un estudio sobre la estatividad en español, sus ideas se acomodan con rigor a la idea que defendemos en este trabajo: los estados son atemporales.

Como hemos explicado anteriormente, el nivel de los estadios relaciona originalmente a una entidad con un lugar. Por extensión, se llega también a los estadios atributivos. Aplicado a la figura 1, se trata de considerar sólo una parte del esquema eventivo, lo cual será representado a continuación mediante una parte sombreada:

Figura 2. Los estadios {locativos/ atributivos}.


El carácter atemporal de estos estados es conceptualizada de una manera muy sencilla: la dinamicidad requiere una estructura compleja formada por dos componentes, pero la estatividad sólo ofrece uno de ellos. Una característica de los estadios atributivos es que sólo están relacionados con eventos télicos, lo cual constituye una base metodológica muy valiosa para fundamentar las explicaciones posteriores. En la siguiente tabla encontramos una lista no cerrada de este tipo de estados atributivos:

Evento
Estado
ENAMORARSE
Estar enamorado
CANSARSE
Estar cansado
CERRAR
Estar cerrado
DETENER
Estar detenido10

Figura 3. Relación entre telicidad y estatividad.




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La particularidad que une a todos los estadios atributivos es que constituyen formas participiales del verbo correspondiente11. Observemos ahora los ejemplos siguientes:

(1) Además de los jugadores Cervantes, Salva, Diego, Ortega, Quico, Valdo, Suárez, Calderón, Rincón, Hazdibegic y Gabino, todos ellos en cama y con 39 grados de fiebre, también está enfermo el entrenador [crea]12.
(2) El café de Levante está lleno de público, que aumenta sin cesar a medida que se acerca la hora del reportaje [crea].

Vemos que en este caso no encontramos ningún participio, sino que los predicados estativos son enfermo y lleno, respectivamente. Es lo que denomina Bosque Muñoz (1990) participios truncos. Se trata de adjetivos que no pueden funcionar en la lengua actual como participios: *El entrenador ha enfermo, *El público ha lleno el teatro. En este sentido, constituyen formas mucho más restringidas que los propios participios, los cuales sí contemplan esta doble posibilidad. Esto es, las oraciones anteriores podrían haber sido reformuladas como:

(3) El entrenador está enfermado.
(4) El café de Levante está llenado.

Cierto es que resultan un tanto anómalas a oídos de un hablante nativo, pero esto no significa que estemos ante oraciones agramaticales. La razón de esta anomalía reside en la competencia léxica del hablante, quien es consciente de que algunos de los predicados télicos forman las correspondientes formas estativas a partir de participios truncos. Otros ejemplos serían vacío, harto, limpio, sucio o borracho13.

Pasemos ahora a describir el nivel de los individuos. Para ello debemos preguntarnos por qué estamos habilitados a considerar "atemporales" a este tipo de estados. Observemos el siguiente ejemplo:

(5) El P3B Orion es un avión cuatrimotor que en la actualidad ya ha sido superado tecnológicamente por sucesivas series del mismo modelo. Tiene una autonomía de 15 horas de vuelo y radar, sistemas infrarrojos y detectores de anomalías electrónicas [crea].
(6) Julián Martín es madrileño, tiene treinta y ocho años y presenta un curriculum tan brillante como el de su colega [crea].

Según la teoría de Carlson (1978) lo que se hace aquí es poner el relación a una entidad con una clase, lo cual en los ejemplos propuestos se traduce como sigue: "el P3B Orion pertenece al grupo de los aviones" y "Julián pertenece al grupo de los madrileños", respectivamente.




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Siguiendo a Lamíquiz (1991) denominaremos ejemplar a cada uno de estos miembros. A partir de esto, lo reflejaremos gráficamente de la siguiente manera:

Figura 4. La clase y los ejemplares según Carlson (1978: 69) y Lamíquiz (1991: 35).


Si anteriormente hemos dicho que la temporalidad se conceptualiza a partir de criterios cuantitativos (la suma de varios estadios14), la relación de pertenencia aludida supone aplicar criterios meramente cualitativos, en los que el desarrollo dinámico no se encuentra operativo. Aunque el fin último de este trabajo será reflexionar únicamente sobre la estatividad de un único ejemplar (en sí mismo o en relación a un grupo concreto), debemos indicar que las propiedades estativas de una clase (esto es, de todos los ejemplares en conjunto) sólo pueden ser expresadas a partir del verbo ser. Es lo que se conoce como genericidad15.



3 La alternancia de los verbos ser y estar

3.1 Distribución general

Al estudiar la distribución de los verbos ser y estar se puede establecer una perspectiva tipológica como punto de partida. Se trata del hecho de que los sustantivos sólo se combinan con el verbo ser, mientras que otras categorías léxicas permiten una doble posibilidad (ser/ estar)16. Lógicamente esta constatación no daría cuenta del fenómeno en su totalidad; sin embargo, allana el camino de un modo considerable.




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Basándonos en la teoría de Carlson (1978) expuesta arriba, podemos comprobar fácilmente que los sustantivos se refieren a entidades del mundo real, las cuales son presentadas en un grupo formado por diferentes integrantes.

Los adjetivos suponen el gran reto, ya que pueden combinar tanto con ser como con estar; de ellos nos ocuparemos en este artículo, adoptando un punto de vista semántico. Es necesario aclarar que no todos los adjetivos presentan la misma versatilidad: los hay que se combinan sólo con ser (ejemplo 6), los hay que se combinan sólo con estar (ejemplos 1 y 2) y los hay que se combinan con ambos, como veremos más adelante17. Debemos hacer una mención especial a adjetivos denominales como sediento, hambriento o rabioso, los cuales se pueden parafrasear de la siguiente manera: estar con {sed/ hambre/ rabia}. Como observamos, en estos casos se conceptualiza una relación similar a la que encontramos en secuencias como Juan está con Ana.

Las carencias de la perspectiva tipológica quedan de manifiesto si observamos las diferentes lecturas que se obtienen en los casos en los que aparece una preposición: mientras que la preposición en exige el verbo estar cuando introduce complementos locativos (estar en Madrid)18, constatamos que no ocurre lo mismo con la preposición de. Véase el siguiente ejemplo:

(7) Tiene 33 años, es de Madrid y trabaja desde hace cuatro años en la agencia segoviana de Viajes Iberia [crea].

Efectivamente, de una manera similar a lo que ocurría en el ejemplo (6), aquí se está estableciendo una relación entre una entidad y una clase. Tenemos que indicar que dicha relación se conceptualiza partitivamente; esto es, en función del todo con respecto a la parte. En este caso concreto se trata de la adscripción de una persona a una población, la cual constituye en definitiva un concepto colectivo. Este valor semántico primigenio es interpretado desde el valor de la "procedencia", como lo prueba el hecho de que también se pueda aplicar a sujetos no personales (p.e. las naranjas son de Valencia). A partir de aquí se llega a otros significados derivados, como vemos a continuación:

(8) En este cuarto no hay nada que valga la pena, quitando tu armario, que es de madera de cerezo [crea].
(9) Sobre la sociedad no sabía ni que existía. Sólo conozco la propiedad de Cizur y el chalet de Aravaca, que es de mi hijo, pero pagado por mi suegro [crea].




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En ambos casos se trata de otorgar una variable diferente al complemento que introduce la preposición de, ya que en esta ocasión remiten a un material y a un referente humano, respectivamente. En el segundo de los ejemplos, se llega por consiguiente al valor de "posesión".

Concluiremos con los adverbios, demostrando que de nuevo aquí existe una doble posibilidad. Debemos indicar que, según lo esperable, el verbo estar aparece en combinación con los de naturaleza locativa: aquí, allí, lejos, cerca, etc. En lo relativo a los adverbios bien y mal constatamos un componente pragmático, mediante el cual el hablante evalúa sus impresiones a partir de criterios subjetivos. De este modo, a estar bien se le asigna un esquema equivalente al que le proporcionan adjetivos como alegre, contento, feliz o motivado; mientras que estar mal se relaciona más bien con enfermo, triste o cansado. Efectivamente, la percepción acerca de lo positivo y lo negativo puede variar de una persona a otra. Observemos ahora este último ejemplo:

(10) El Milán ha estado fantástico. No hay que dramatizar. El deporte es así. Ser campeón de Liga y subcampeón de Europa no es mal balance [crea].

En este caso, no se trata de considerar las propiedades que se le asignan a un determinado deporte, sino más bien de reafirmar el contenido de verdad de la proposición que se acaba de enunciar: es como lo cuento; es verdad lo que cuento.


3.2 La doble posibilidad

Como hemos avanzado, para nuestro análisis nos centraremos exclusivamente en los adjetivos. La dificultad de realizar una teoría descriptiva eficaz reside en el hecho de que un mismo adjetivo puede combinarse tanto con ser como con estar. Como observamos en los siguientes ejemplos:

(11) Comienza a dar vueltas sobre sí mismo con la pierna izquierda como eje. Cambia la luz y dos gendarmes, franceses obviamente, salen por primer término. Uno es gordo y simplón, el otro alto y delgado [crea].
(12) La prensa española ha ofendido a Maradona diciendo que está gordo y, por tanto, un autobús de periodistas debe ser apedreado [crea].

En efecto, el hecho de que adjetivos como gordo permitan una doble posibilidad combinatoria ha motivado la publicación de numerosos trabajos, en los cuales se pretende desentrañar la motivación de este fenómeno. Falk (1979: 60) hace una lista de los criterios que se podrían aducir, así como los autores correspondientes (para la bibliografía remitimos a la obra citada):




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SER
ESTAR
Permanente, durativo
Transitorio, pasajero
Inherente, esencial
Accidental, accesorio, circunstancial, contingente
Imperfectivo
Perfectivo
Cualidad (inherente)
Estado (adquirido)
Conceptual, lógico, objetivo, definitorio
Perceptivo, experiencia inmediata, afectivo, subjetivo
Normal
No-normal (cambio)
No susceptible de cambio
Susceptible de cambio
Atemporal (mera relación atributiva)
Inserto en la duración (permanencia)
No dependiente de circunstancia
Dependiente de circunstancia

Figura 5. Diferencias entre ser y estar según la bibliografía (Falk 1979: 60).


Uno de los criterios más empleados es el de la oposición permanente/ no permanente19. Esta argumentación remite al falso a priori de que los estados son durativos, opinión que nosotros no compartimos20. Por otro lado, la cuestión de la inmutabilidad de ciertos estados no se sostiene al aplicar criterios meramente temporales, ya que si esto fuera así, quedaría sin explicar por qué estos son compatibles con las formas perfectivas: Mi padre fue muy listo aquel día (Cf. Moreno Burgos 2014b). Recordemos que nuestro postulado es que la temporalidad, relacionada directamente con los eventos, debe ser descrita en términos cuantitativos; la estatividad de verbos como ser, en términos cualitativos. Esto equivale a considerar el contenido de verdad de las proposiciones con respecto al momento del habla (cf. Lyons 1977). Pensemos en la oración Mi padre es listo; lo representaremos de la siguiente manera:

Figura 6. Contenido de verdad del verbo ser.




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En efecto, con esto pretendemos trasladar la idea de que el decir "es listo" implica forzosamente que el sujeto de la predicación "era listo" (y no a la inversa: "era listo" no implica necesariamente "es listo"). Observamos que tanto los eventos (Juan llegó a las tres) como los estados con estar (léxicos: Ahora mismo está en casa; o no léxicos: A las tres ya habré llegado) implican un único anclaje en un punto del pasado, del presente o del futuro; mientras que en el caso de los estados del nivel de los individuos se trata de la veracidad de un predicado en relación a dos puntos vagamente referenciales, lo cual no puede ser considerado como anclaje. Es lo que llamaremos periodo de aplicación21.

El siguiente de los criterios es considerar que el verbo ser remite al carácter "inherente" de las propiedades predicadas, mientras que el verbo estar se referiría a lo "contingente". Esta argumentación nos plantea la problemática de que se hace previamente necesario aclarar qué es lo que se entiende bajo esos conceptos. Al mencionar la palabra inherencia, parece pensarse en cosas como La nieve es blanca o La hierba es verde; sin embargo, no parece estar muy claro a qué nos referimos al decir Juan es viudo. ¿Se supone que deberíamos pensar en una característica congénita? Díaz Rodríguez & Yagüe Barredo (2015: 633) analizan el fenómeno desde otra perspectiva, lo cual implica a fin de cuentas un nuevo caso de opacidad terminológica: estos autores hablan de "identidad" en relación al verbo ser y de "circunstancia" con relación a estar. Esto nos lleva a análisis contraintuitivos si pensamos, por ejemplo, en enunciados como Fumar es malo para la salud. ¿Realmente se podría hablar aquí de la "identidad" de fumar? En este caso sería más apropiado decantarse por el término equivalencia (fumar = malo para la salud); sin embargo, el sustituir a una denominación por otra tampoco supone un avance en la teoría general, ya que nos sitúa en la disyuntiva de la que partimos: la formulación "Juan = amable" no sólo sería extensible a Juan es amable, sino también a Juan está amable. Este es el segundo punto en el que flaquea la teoría de Díaz Rodríguez & Yagüe Barredo (2015: 637), ya que consideran que "el verbo estar expresa informaciones que no corresponden a la identidad". Y ofrecen un ejemplo como el siguiente: Estás guapísima y muy elegante con ese vestido. En efecto, partiendo de esta base sólo se puede llegar a la conclusión que el sujeto de la predicación remite a una persona que ha de ser necesariamente fea; sin embargo, esto es de nuevo contraintuitivo. El problema de base se sitúa en que es necesario definir previamente qué es un estado y, posteriormente, establecer distinciones entre ser y estar22.

Como ya hemos dicho, nosotros consideramos a la totalidad de los estados como atemporales. No obstante, según lo dicho hasta ahora, esta concepción difiere notablemente de una de las acepciones que aparece en la figura 5 y que proviene de Navas Ruiz (1963: 148). Este autor se refiere más bien a la "inmutabilidad" de ciertas propiedades, la cual sólo es puesta en relación con el verbo ser.




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Esto está emparentado con otro de los criterios esgrimidos arriba: la no susceptibilidad del cambio. El problema de esta hipótesis es que, así formulada, excluye la consabida compatibilidad de los estados con las formas perfectivas. El verbo estar, por su parte, remitiría según Navas Ruiz (1963: 149) a una "duración temporal dentro de la cual va implícita la noción de mutabilidad, de cambio".

El siguiente criterio es el que enfrenta los términos de la dicotomía "imperfectivo/ perfectivo". En esta línea se encuentran autores como Porroche Ballesteros (1990), Bosque Muñoz (1990) o Luján (1981). Se trata de establecer, como nosotros hemos hecho arriba (cf. figura 3), una relación entre un evento y un estado; sin embargo, deben hacerse dos observaciones. En primer lugar, puede llevar a una confusión terminológica, ya que nos hace pensar en el aspecto gramatical y no en el léxico: en lugar de perfectividad, nosotros hemos optado por hablar de telicidad. En segundo lugar, se trata de una descripción parcial del fenómeno, ya que en el caso de estar sólo es aplicable a los adjetivos deverbales. Por esta misma razón se hace necesario justificar el empleo del término resultativo en relación a adjetivos como rojo23, ya que todo parece indicar que se trata simplemente de una interpretación pragmática.

Otro de los criterios más socorridos es el que se articula en torno al par "objetivo/ subjetivo". Esto aparece descrito en Falk (1979) bajo la denominación de norma general/ norma individual, respectivamente. A saber, cuando decimos Ana es guapa estamos expresando la opinión compartida por una colectividad, en función de unas propiedades socialmente establecidas; mientras que al decir Ana está guapa estamos emitiendo nuestra opinión personal. En torno a estos dos polos se aglutinan términos como los citados arriba, todos ellos de naturaleza pragmática: por un lado normal, conceptual o definitorio; por otro, perceptivo, de experiencia inmediata o afectivo. Las ventajas de este criterio parecen grandes; sin embargo, de nuevo aquí observamos que no sería aplicable a los adjetivos deverbales. Así, la validez del mismo queda suspendida si pensamos en un adjetivo como abierto: tras haber ejecutado la acción de abrir, el hablante no es libre de elegir entre uno de los dos verbos estativos, sino que únicamente estar supone la opción correcta24.

Al margen de la tabla mostrada, podemos indicar que existen autores que se enfrentan a este fenómeno desde la teoría de las valencias; concretamente desde los postulados de Davidson (1967). Como se sabe, esta teoría defiende que cada evento posee una estructura argumental concreta, la cual determina diferentes papeles semánticos como agente, paciente, causa, etc. Pues bien, dicho autor añade a este inventario el llamado argumento eventivo. Estas ideas son aplicadas por Kratzer (1995) a la estatividad, de manera que los estadios (estar) también incluirían dicho argumento eventivo. Esta cuestión es sin embargo controvertida, ya que dificulta la distinción entre predicados dinámicos y estáticos. Autores como Marín (2013) y Maienborn (2005) se hacen eco de ello y aportan argumentos al respecto25.




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Esta última autora justifica el uso de estar desde criterios pragmáticos, ya que introduce una presuposición en el plano del discurso. Dicha presuposición se obtiene según Maienborn (2005: 172) al comparar diferentes momentos temporales o diferentes partes de una dimensión locativa; pero también cuando dicha comparación no es accesible. Esta propuesta es sin embargo difícil de sostener, ya que el primer criterio contradice al tercero, quedando el segundo en un lugar poco ventajoso dentro del trinomio: ¿Cómo podemos enjuiciar un enunciado como El niño está alto, ya que no remite a la locatividad y puede tratarse de una persona conocida o no?

Así las cosas, una vez revisadas las propuestas de diferentes autores y habida cuenta de las dificultades teóricas que surgen a la hora de hacerlas extensivas a los datos lingüísticos, en el apartado siguiente desarrollaremos una teoría que se ajuste de manera adecuada al objeto de estudio que nos ocupa.



4 Hacia una descripción simplificada

4.1 El contenido de verdad

En la figura 2 hemos ilustrado la relación que poseen los estadios locativos con los atributivos. Hemos determinado que estos últimos implican una transición (a partir de predicados télicos) que queda de manifiesto mediante el empleo de adjetivos participiales. Hemos mostrado también que en este caso sólo entra en juego el verbo estar.

La cuestión que nos ocupa ahora es detallar lo que ocurre cuando los adjetivos no-participiales (guapo, grande, pobre, fácil, gordo, joven) aparecen con el verbo estar. Como acabamos de ver en el apartado anterior, este tipo de adjetivos se combinan igualmente con el verbo ser. Pues bien, en este caso el fenómeno no puede explicarse únicamente desde la aspectualidad, ya que se le superpone un componente modal importante. Para comprender esto, es necesario acudir a las ideas de Lyons (1977): se trata de considerar el contenido de verdad de un enunciado. Esto es, mediante una oración como Está lloviendo el hablante pretende comunicar que existe una correspondencia absoluta entre dicha información y la realidad extralingüística26. Sin embargo, en la lengua existen muchos mecanismos para reducir el compromiso con el contenido de verdad de la aseveración: el subjuntivo (No creo que esté lloviendo), las formas de futuro (Estará lloviendo) o las perífrasis modales (Tiene que estar lloviendo), entre otros.




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Esto es lo que se conoce bajo el nombre de modalidad epistémica27. Pues bien, nuestra tesis aquí es afirmar que la combinación de estar con adjetivos no-participiales debe ser incluida en este inventario. Comparemos ahora los siguientes ejemplos:

(13) Unos días el cielo está azul; otros, de un color blanquecino; sin embargo, los colores más espectaculares son los rojos y naranjas que adopta normalmente al atardecer [crea].
(14) La luz del Sol incide sobre las moléculas del aire, estas la dispersan, y esa luz dispersada es la que hace que el cielo brille y no sea negro como el carbón. Y como el color azul se dispersa más que el rojo, el color del cielo es azul [crea].

En el primer enunciado el hablante interpreta que se ha producido un proceso que ha modificado el color del cielo. Esto equivale a disociarlo del azul, ya que se considera que el cielo no poseía esta propiedad. En el segundo, por el contrario, no se observa nada de esto. Evidentemente se trata de cambios que no están codificados lingüísticamente (dado el carácter no-participial del adjetivo), sino que provienen de una información extralingüística como puede ser nuestro conocimiento del mundo: los atardeceres, las oscilaciones de la atmósfera, etc. Aquí entra en juego, por tanto, la pragmática. Esta lectura pragmática no es accesible directamente, sino que surge lógicamente a partir de la interpretación semántica de los enunciados. Para explicarlo mejor, recordemos las figuras 4 y 6.

Ahí hemos mostrado que los estados del nivel de los individuos (con ser) exigen no sólo que un enunciado sea cierto en el momento del habla, sino también en otro instante anterior al mismo (figura 6). Pues bien, dichas condiciones de verdad se refieren al ejemplar, pero no tienen por qué hacerse también extensibles a la clase a la que se adscriben: si una entidad x pertenece a una clase ahora, no es obligatorio que haya pertenecido a ella antes. Lo podemos representar de la siguiente manera:


 
IMPLICACIÓN
ASEVERACIÓN
IMPLICACIÓN
A
Era azul
Es azul
B
Era azul
¿Es azul?
C
No era azul
No es azul
D
No era azul
Es azul

Figura 7. El contenido de verdad en los predicados del nivel de los individuos.




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De los niveles de representación A y B ya hemos hablado. Si observamos bien, en los dos siguientes aparece la negación en la columna central (aseveración), ya que se niega la propiedad designada. En el caso de D ejemplificamos el hecho de que una entidad pueda adquirir el color azul. Pues bien, si confrontamos el nivel D con el nivel A constatamos que, aunque de naturaleza diferente, la información acerca del momento del habla es idéntica: en ambos casos se posee la propiedad designada. Sin embargo, la información relativa a un momento anterior al mismo es contradictoria, ya que no se sabe si la entidad era azul o no era azul realmente. Así surge el valor epistémico al que ya hemos aludido: el hablante no emite un juicio tajante, sino que se compromete vagamente con la veracidad del enunciado28. La semántica de la oración (13) puede ser sintetizada de la siguiente manera:


 
AHORA
ANTES
El cielo está azul Grupo de entidades azules ¿Grupo de entidades azules?

Figura 8. Modalidad epistémica con el verbo estar.


La lectura pragmática de cambio se basa por tanto en asignar un esquema de telicidad a un adjetivo no-participial, lo cual se interpreta como el paso de no-estar azul a estar azul. Esto es, se considera que la fase que precede al habla está representada por un estadio negado. Dado que son numerosos los colores que comprenden el espectro, es difícil saber cuál era el color original; sin embargo queda claro que se consideran dos clases paralelamente: la de las cosas no-azules y la de las cosas azules. Observemos ahora los siguientes ejemplos:

(15) Luigi es delgado, sonríe casi siempre y en sus movimientos hay algo ambiguo. Pozner es un hombre corpulento y tranquilo [crea].
(16) Eddie Capellán es pobre de pedir, va de casa en casa y no se queda nunca sin comer mejor o peor, Eddie Capellán está delgado y tiene poca fuerza [crea].

El análisis de ambos enunciados es semejante al de los precedentes: en el primero de ellos se indica que el sujeto de la predicación pertenece al grupo de las personas delgadas; en el segundo, se trata de poner precisamente en duda la adscripción a dicho grupo. Sin embargo, a diferencia de (13), en el enunciado (16) sí se puede establecer con claridad el primer término del esquema binario: no-estar delgado equivaldría a estar gordo. Ofrecemos ahora la siguiente representación29:




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Figura 9. El verbo estar como intersección entre dos clases.


Algunos autores como Camacho (2015) o Maienborn (2005) hablan de evidencialidad en lugar de modalidad. En efecto, el primero de los términos está relacionado estrechamente con el segundo, ya que remite a la fuente de información o a un saber comunicado. Como indica RAE & AALE (2010: 423), se trata igualmente de considerar la veracidad de una proposición aseverada30. Según estos autores, se trataría de la toma de conciencia (o evidencia inmediata) de una propiedad vinculada a una entidad determinada. A continuación citaremos dos pasajes:


Camacho (2015: 177–178)
Maienborn (2005: 172)
It has a spatiotemporal variable that needs to be anchored […]. This anchoring allows the inference that the stage depends on someone's perception of a situation. This leads to the DISCOVERY INTERPRETATION of estar. Such an interpretation would be available for (38) if we assume, for example, that the sentence was uttered by Pizarro when he set out to conquer Peru and came across the roads of the Incas.
Este jamón serrano está fenomenal
La carretera está ancha

Figura 10. El "uso evidencial" de estar según Camacho (2015) y Maienborn (2005).


Como observamos, los análisis que realizan dichos autores distan del que planteamos nosotros aquí, principalmente por la mayor importancia que estos le otorgan al componente pragmático.




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Al mismo tiempo no estaría claro de dónde viene la evidencialidad en el caso de existir un verbo dicendi subordinante (Ana dice que este jamón serrano está fenomenal)31. Pongamos ahora otros ejemplos:

(17) Cuando venga él yo desaparezco. Además, la casa es grande, no tiene que saber que estoy si tú no se lo dices [crea].
(18) El niño Juanito Preguntón apareció en Durango, Colorado, está muy alto de estatura y va camino de convertirse en un mozo [crea].

Si aplicáramos únicamente el criterio de la "subjetividad" desarrollado por Falk (1979) no habría mayor dificultad en decir La casa está grande en referencia al ejemplo de (17), tal y como ocurre en (18). No obstante, vemos que esto no es así: en el segundo caso se establece una comparación con otro grupo de personas (el de los niños), información que no es accesible con relación a las casas. Algo similar ocurre al vincular la talla de la ropa con las medidas corporales:

(19) En ese instante apareció en el escenario Menajem el colchonero vestido de rey de Castilla, con un disfraz de aquellos que se alquilaban en la calle Curro las Once, y como le está grande, la cosa me distrae [crea].

En efecto, en el ejemplo (18) estar alto se explica porque se pone en duda que un niño pertenezca al grupo de las personas altas; mientras que en (19) se considera que el disfraz no ha de ser necesariamente grande. Ocurre aquí que se comparan diferentes grupos (personas y niños; personas y prendas de vestir), deshaciéndose el esquema binario del que se parte32. De esta manera se llega pragmáticamente a una lectura eventiva que está excluida en (17): las casas no pueden crecer.

En este punto podemos interrogarnos por qué determinadas piezas léxicas no posibilitan una lectura epistémica como la mostrada en la figura 8. Veamos los siguientes ejemplos:

(20) Es un amigo de mi padre, que es policía. Ya no lo vemos nunca, pero a Alfonso le daba mucho miedo, porque siempre lleva pistola [crea].
(21) Mi marido es católico de toda la vida, miembro de una cofradía incluso, en fin, católico cien por cien, y entonces el chico empieza a decirle que su religión era una filfa [crea].

Observamos que no es posible una doble alternancia como era el caso de los anteriores enunciados: estar {policía/ católico} resultaría aquí anómalo. Obviando el hecho de que nos encontramos frente a un sustantivo y a un adjetivo respectivamente, podemos constatar que ambas piezas léxicas poseen un poder referencial restringido, ya que remiten únicamente a personas.




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De modo que, como sabemos, se establece una relación partitiva: "El amigo es parte de los policías", "Mi marido es parte de los católicos", respectivamente33. Hagamos ahora una representación similar a la figura 8:


 
AHORA
ANTES
*Mi marido está católico Grupo de personas católicas *¿Grupo de personas católicas?

Figura 11. Incompatibilidad entre el verbo estar y el adjetivo católico.


La anomalía reside en que, a diferencia de lo que ocurre con adjetivos como azul, aquí no se puede aplicar la modalidad epistémica a la clase, ya que poner en duda la veracidad del "todo" implica anular a la "parte"; esto es, la existencia del propio individuo.


4.2 Posibles contraejemplos

Hasta ahora hemos indicado que hay elementos que aparecen exclusivamente con ser, otros que aparecen exclusivamente con estar y, finalmente, existen aquellos que permiten la doble combinación. Se advierten, sin embargo, posibles contraejemplos. En este apartado mostraremos que estos casos también pueden explicarse desde nuestra teoría. Veamos los siguientes enunciados:

(22) Estás muy francés [Whitley & González 2007: 20].
(23) En cuanto al pescado, si es fresco o congelado en perfectas condiciones, nada hay que oponer a su moderado consumo [crea].

En el primero de ellos, y en oposición a (21), el adjetivo correspondiente sí que acepta el verbo estar. Hemos de admitir las dificultades a las que nos hemos enfrentado para encontrar un ejemplo similar en el corpus crea, lo cual viene a ser una prueba del carácter excepcional de esta muestra lingüística; sin embargo, desde la competencia de un hablante nativo podemos indicar que no apreciamos anomalía en dicho enunciado. ¿Cómo lo podemos explicar? Los citados autores lo parafrasean como "actuar como un francés"34; sin embargo, parece más indicado considerar que el verbo estar remite igualmente a la modalidad epistémica.




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La diferencia con los ejemplos que hemos visto antes es que dicha modalidad no opera sobre las clases, sino directamente sobre un ejemplar determinado. Esto entraña la siguiente implicación: no se trata de poner en duda la pertenencia del sujeto de la predicación a un grupo concreto, sino que directamente lo excluye del mismo. Esto es, dichos enunciados deben entenderse en un tono irónico, ya que la entidad correspondiente "no es francesa".

En el segundo de los ejemplos tenemos un adjetivo participial, el cual debería remitir a una transición entre el estadio no-congelado y el estadio congelado. La particularidad reside en que no aparece el verbo estar, como se esperaría, sino el verbo ser. Nuestra argumentación se basará en el mismo criterio que el anterior caso, pero desde la dirección opuesta: aquí se va del ejemplar a la clase. Proponemos el siguiente análisis:

  • Se trata de un pescado que está congelado.
  • El pescado es pescado congelado.
  • El pescado es congelado.

En primer lugar, se trata de identificar a un referente (una entidad) en el mundo extralingüístico; esto conlleva la adscripción de un ejemplar a una clase: la del pescado congelado. Esto es, se produce una reinterpretación mediante la cual se establece una tipología: fresco, congelado, crudo, frito, etc. Como el pescado sólo puede ser pescado (cf. *El pescado es verdura congelada), se pasa a considerar una nueva clase: la de las cosas congeladas. Lo mismo podemos observar con respecto a la oración El coche es robado. Vañó-Cerdá (1980: 174), de quien tomamos el ejemplo, indica bien que se establece una clasificación, ya que el coche puede ser robado o comprado. Sin embargo, al no ofrecer más especificaciones, dicha explicación queda incompleta, algo que no ocurre desde el planteamiento que nosotros ofrecemos: se trata de considerar la clase, no ya de los coches, sino de las cosas robadas.

Un caso especial lo constituyen los adjetivos que denotan una pérdida corporal: tuerto, bizco, ciego, manco, cojo, mudo, sordo, calvo, etc. Para comprender el comportamiento de los mismos se hace necesario, en ciertos casos, trazar su evolución histórica. En relación a los dos primeros indica el diccionario de la Real Academia Española [drae] que su origen remite a dos participios: 'torcido' (tortus) y 'vuelto' (versicus), respectivamente. Esto es, se ha producido una especialización semántica, ya que actualmente sólo nos referimos a un estado de los ojos. A pesar de todo, el carácter aspectual de estos adjetivos sigue presente, como lo demuestra el hecho de que se emplee el verbo estar. Advertimos también que adjetivos como manco recuerdan al hecho de estar falto de una mano; mientras que otros como cojo, que remite según el drae a la palabra coxa ('cadera'), sugiere pensar en una predicación como estar de la cadera, lo mismo que se dice estar de los nervios o estar de la próstata.




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El hecho de que también se tolere el verbo ser debe ser explicado porque se establece una tipología: un hombre calvo, un hombre cojo, etc. Dado que la semántica de estas piezas léxicas requiere un tratamiento más extenso del que le podemos dar aquí, nos abstendremos de profundizar más al respecto.

En otras ocasiones el uso de un verbo u otro sólo parece tener justificación si consideramos el fenómeno de la elipsis, cuestión que no sólo afectaría a los adjetivos. Este sería el caso de los siguientes ejemplos:

(24) Llegamos al portal número veinte. Es aquí, dice Herre. Subimos por las escaleras hasta el tercero y llamamos a una puerta. Santi abre [crea].
(25) Sumarios: Son frases cortas que se enmarcan y resaltan con un tipo de letra más grande y generalmente están en negrita [crea].
(26) Mi hermano está de conductor [Whitley & González 2007: 22].

En efecto, en el primer ejemplo se utiliza el verbo ser, a pesar de que acompaña a un adverbio de lugar. Como observamos, no se trata de establecer la típica relación entre dos entidades (p.e. Juan está aquí). Nuestra interpretación se basa en considerar que en realidad se trataría de un procedimiento mediante el cual se pretende poner de relieve algún elemento oracional. Porroche Ballesteros (1988: 91–102) habla de "oraciones de relativo enfáticas" para referirse a casos como Es a Juan a quien vi. Por tanto, el ejemplo de (24) constituiría un caso similar, con la salvedad de que falta precisamente la oración de relativo: Es aquí [donde vive Santi]. A falta de una investigación más profunda, sería interesante indagar si enunciados como La fiesta es allí pueden explicarse desde el mismo patrón, sin necesidad de considerar al verbo ser como sinónimo de tener lugar (cf. Fernández Leborans 1999: 2367). Para ejemplos como los de (25) y (26) abogamos de nuevo por el criterio de la elipsis: "están (escritas) en negrita" y "está (trabajando) de conductor", respectivamente. Somos conscientes de que este es un fenómeno controvertido; de modo que simplemente dejaremos aquí planteada esta opción, con el objetivo de revisarla en futuras investigaciones. Tampoco nos centraremos en otros ejemplos como Juan es muy leído, Ana es muy creída o Juan está bebido; simplemente dejaremos constancia de ello aquí.


4.3 El fenómeno de la polisemia

La teoría expuesta hasta ahora podría parecer que no es completamente predictiva si pensamos en el contraste entre El profesor es aburrido y El estudiante está aburrido. Efectivamente, según lo formulado arriba, se espera que el adjetivo aburrido se combine exclusivamente con el verbo estar.




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Pues bien, este es precisamente el punto de inflexión, ya que la situación de competencia en la que concurren ser y estar no es tal, sino que su uso está motivado por un fenómeno de polisemia. En otras palabras: los adjetivos seleccionan uno u otro verbo. Podemos constatar que esta situación no es absolutamente previsible, dado que también se registran casos de dobletes como ser estresante/ estar estresado. Por esta razón queremos llamar la atención sobre la importancia del factor léxico, como indica Porroche Ballesteros (1988: 51–55), con el fin de saber qué adjetivos presentan diferentes acepciones. A continuación ofrecemos una lista no cerrada de estos casos:


SER
ESTAR
Cansado
'Producir cansancio' (cf. Cansino)
Cansado
'Experimentar cansancio'
Inquieto
'Carecer de tranquilidad'
Inquieto
'Sentir preocupación'
Verde
'Poseer un color concreto'
Verde
'Sin madurar'
Sano
'Bueno para la salud'
Sano
'No encontrarse enfermo'
Solo
'Único' (con sustantivo)
Solo
'Sin compañía'
Loco
'Imprudente' (en desuso)
Loco
'Carecer de juicio'
Soso
'No tener gracia'
Soso
'No tener sal'
Soltero
'No tener mujer'
Soltero
'Suelto o libre'
Libre
'Tener libertad'
Libre
'Liberado'
Salado
'Gracioso'
Salado
'Tener sal'
Celoso
'Desconfiado'
Celoso
'Sentir envidia'
Resuelto
'Diligente'
Resuelto
'Solucionado'
Vivo
'Despierto'
Vivo
'No encontrarse muerto'
Rico
'Tener mucho dinero',
'ser adorable'
Rico
'Tener un buen sabor',
'ser atractivo' (vulgar)
Bueno
'Poseer gran calidad',
'comportarse de manera correcta'
Bueno
'Tener un buen sabor',
'ser atractivo' (vulgar)

Figura 12. Muestra de adjetivos polisémicos.




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A este pequeño inventario se le pueden hacer algunas puntualizaciones, las cuales están relacionadas con factores diversos: los bloqueos léxicos, las diferentes variedades geográficas, y el propio carácter evolutivo de la lengua. Lo ilustramos mediante los siguientes ejemplos:

(27) ¡Pero, qué habré hecho yo para merecer esto! mira que eres cansino. ¡Qué cruz, Dios mío! [crea].
(28) Resolvimos tirar una cana al aire en compañía de unos ocasionales amigos que nos convidaron a tomar unas copas. El vino chileno es riquísimo y yo tomaba con una velocidad extraordinaria [crea: Argentina].
(29) Non á cosa que non sea loado el rico que non sea denostado por ella el pobre: si fuere esforçado dirán que es loco, si fuere asegurado dirán que es torpe [corde: siglo XIII]"35.

En el primero de los ejemplos observamos que el hablante emplea una palabra diferente a cansado, con el fin de evitar cualquier tipo de ambigüedad. En el caso de no estar disponible esta solución léxica, se puede producir un bloqueo pragmático, mediante el cual no son aplicables los recursos que ofrece el sistema lingüístico. Pensemos en un enunciado como El niño es bueno. Observamos que si se aplicara el correspondiente uso epistémico de estar se llegaría a esta otra oración: El niño está bueno. Sin embargo, observamos que en su acepción vulgar el adjetivo bueno puede remitir al atractivo físico, lo cual es descartable en una persona de corta edad.

En el segundo de los ejemplos observamos que un hablante de Latinoamérica contempla con respecto a rico un significado que en España sólo llega en combinación con el verbo estar. Esto podría deberse a la intención de despojar al enunciado de todo atisbo de duda y comprometerse cien por cien con el contenido de verdad.

En cuanto al último, registramos una posibilidad que aparece descartada en la lengua actual, donde el adjetivo loco se combina exclusivamente con estar. Nuestra hipótesis sería pensar que en una etapa evolutiva anterior, el español preveía una acepción suplementaria para dicho adjetivo y que identificaríamos con "imprudencia". Apuntaremos aquí también la posibilidad de que la combinación de soltero con el verbo estar responda a razones diacrónicas, ya que el drae lo relaciona en su definición con el participio trunco suelto. A todo ello cabe añadir que esta hipótesis necesita verse refrendada por un estudio diacrónico en torno a ambos verbo estativos, dado que la distribución de ser y estar era diferente en el español antiguo (Cf. Vañó-Cerdá 1980).

Algo similar ocurre con el adjetivo solo. En la actualidad la combinación con estar equivale a considerar que el sujeto de la predicación se encuentra "sin compañía"; por el contrario, en etapas precedentes de la lengua, solo aparece frecuentemente acompañando a sustantivos con el significado de "único":




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(30) Él no tiene el derecho exclusivo; pero arma tantos lazos á los que quieren comerciar, que ninguno se atreve á ello; y como el gobernador es el solo comerciante que hay, vende los efectos al precio que quiere, y en tres años se hace rico [corde: siglo XIX].
(31) El artista está solo delante de su papel o de su caballete, el artista necesita muy poco para realizar su creación [crea].

Con esto, consideramos que no es necesario revisar uno a uno todos los ejemplos que figuran en el cuadro. Los datos ofrecidos en este apartado suficientes para mostrar que estudio de la polisemia en relación a ser y estar constituye un fenómeno de gran amplitud. En este sentido, el deseo de sistematizar aquí el empleo de dichos verbos pasa por el análisis minucioso de las piezas léxicas adyacentes, lo cual equivaldría poco más o menos que a la confección de un diccionario.


4.4 Una propuesta metodológica

Con todos los datos expuestos hasta ahora nos encontramos en situación de presentar un esquema teórico que nos permita asimilar dicha información de una manera más visual e inmediata:

Figura 13. Propuesta metodológica en este trabajo.




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El criterio principal que articula nuestro gráfico está basado en la presencia o ausencia de binarismo. Esto refleja la constatación de que los adjetivos del nivel de los individuos no son binarios, mientras que los del nivel de los estadios sí lo son. En una posición más externa situamos a los adjetivos no-participiales; en relación a estos, hemos creado dos grupos en función de si pragmáticamente permiten o no establecer una dualidad en términos de antonimia.

Dicho binarismo puede ser explicado mediante la negación: lo contrario de no-estar cerrado es estar cerrado, pero lo contrario de no-ser español no es necesariamente ser español, ya que existen muchas otras posibilidades. Queremos insistir en el hecho de que la semántica de los estadios negados da acceso a una interpretación paralela desde nuestro conocimiento del mundo. Así, por ejemplo, no-estar cerrado equivale a estar abierto. A partir de este esquema es cognitivamente más sencillo captar la manera en la cual el verbo estar funciona como un elemento modalizador con adjetivos como grande o delgado. El hecho de que un mismo adjetivo no-participial tolere combinarse tanto con ser como con estar se refleja de la siguiente manera: si se prevé una relación de antonimia, el empleo de ser ("clase") constituye un uso marcado; si no existe tal relación, es el uso de estar ("ejemplar") el que es marcado. Pensemos en el adjetivo guapo: el hecho de decir Ana está guapa es percibido como un cumplido y está despojado del alcance que se le atribuye al enunciado Ana es guapa, ya que mediante el mismo el hablante expresa implícitamente que "todas las chicas como Ana son guapas". Por otro lado al decir Ana está roja se considera en primer lugar un cambio que no es accesible en la oración El coche es rojo. El concepto de marcación posee en las lenguas una relevancia especial: como indica Lamíquiz Ibáñez (1998: 36–37) con respecto al género, el femenino es el término marcado de la oposición, ya que se emplea para aludir a referentes exclusivamente femeninos (p.e. madres); mientras que el masculino puede englobar tanto a referentes femeninos como masculinos (p.e. padres)"36. Trasladado al ámbito verbal, esto se conceptualiza de una manera similar: estar guapo no excluye a ser guapo, mientras que ser guapo sí excluye a ser feo; de modo opuesto, ser rojo no excluye a ser azul (se pueden poseer varios colores a la vez), pero estar rojo sí que excluye a ser rojo.

Dentro de los adjetivos no-binarios, nos encontramos con que algunos de ellos ofrecen fuertes restricciones a la hora de expresar la modalidad epistémica, lo cual refleja su solidaridad combinatoria con el verbo ser. Así, hemos mostrado que la diferencia entre adjetivos como rojo en oposición a otros como español, reside en el hecho de que sólo este último permite establecer una relación partitiva; esto es, de la parte con respecto al todo. Dicha relación es evidente en el caso de tener sujetos personales"37, la cual permite conceptualizar la noción de la "procedencia" y hacerla extensible así a sujetos no personales: Juan es español equivale a Juan es de España, lo mismo que El queso es manchego a El queso es de La Mancha (vid. § 3.1.).




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No obstante, a la hora de establecer el origen no es requisito imprescindible un complemento locativo, sino que también pueden aparecer consideraciones de otro tipo: El edificio es medieval es lo mismo que decir El edificio es de la Edad Media. En el caso de adjetivos como amarillo, observamos que no se da esta relación partitiva: no exige ni referentes exclusivamente humanos ni se expresa la procedencia a través de la preposición de: *El cielo es de amarillo. Lo mismo ocurre con los adjetivos que expresan una forma geométrica: redondo, cuadrado, ovalado o rectangular.

El esquema que proponemos debe ser entendido como una guía para comprender los procesos semántico-pragmáticos que intervienen en el fenómeno de la estatividad. Ahora bien, debemos reincidir en el hecho de que la competencia léxica es fundamental. Pongamos el ejemplo de triste. Apreciamos que cuando el sujeto es personal, la combinación con ser resulta un tanto anómala (Juan está triste vs. ?Juan es triste), lo cual no es esperable en un adjetivo no-participial. Esta peculiaridad se explica por el significado del propio adjetivo y no de los verbos estativos, planteando la hipótesis de que estamos ante un caso de polisemia: combinado con ser, significaría "causar tristeza". Es lo que encontramos en oraciones con la siguiente:

(32) En todo el libro hace usted un alegato de la alegría, pero el final es triste [crea].

Otro ejemplo sería el adjetivo frío, igualmente de origen no deverbal. Desde la hipótesis formulada en el presente trabajo su combinación con estar debería explicarse a partir de la modalidad epistémica. Sin embargo, esto resultaría extraño en una oración como La sopa está fría. Por esta razón, lo analizaremos de la siguiente manera: cuando frío se combina con estar, se considera implícitamente su oposición a caliente (La sopa está caliente). En efecto, este último constituye un caso de participio trunco, equivalente a calentado, cuya semántica orienta a su combinación con estar. El hecho de que también aparezca con el verbo ser debe explicarse por su clasificación, no sólo respecto al grupo de las sopas, sino de todas las cosas calientes (véase arriba: El pescado es congelado). Con respecto a la oración Estas comidas son calientes indica Vañó-Cerdá (1980) lo siguiente:

En el caso que nos ocupa tenemos 'caliente' atribuido a comidas 'abstractas', es decir, sobre el papel del menú; se prescinde de la concreción del 'estar calientes unas comidas, porque se las ha calentado', y nos movemos en el plano abstracto de lo categórico [...]. Detrás de la expresión Estas comidas son calientes se esconden estas otras: "Estas comidas se sirven, se comen, se preparan en caliente" (Vañó-Cerdá 1980: 173).

Como observamos, el término "abstracción" no nos permite establecer un criterio general para la totalidad de los predicados del nivel de los individuos.




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Al mismo tiempo, no queda claro qué se entiende bajo esa denominación: ¿Se trata de un concepto mental? ¿Es más abstracta "la comida" que "la esperanza"? ¿Significa entonces que estar aburrido pertenece al terreno de lo concreto? Con el gráfico propuesto tenemos la ventaja de poder atrapar de una manera tangible las intuiciones que frecuentemente se formulan mediante una terminología demasiado opaca.



5 Conclusión

En este trabajo hemos defendido que es necesario definir la estatividad desde el criterio de la atemporalidad, lo cual nos ha dado pie a fijar una correspondencia entre ser y estar y la dicotomía trazada por Carlson (1978) en torno al nivel de los individuos y al nivel de los estadios. Hemos argumentado que únicamente desde estas bases se puede efectuar con garantías un estudio de dicho fenómeno lingüístico.

A partir de ahí hemos establecido una relación fundamental entre los citados verbos estativos y el dominio adjetival, la cual se puede explicitar de la siguiente manera: el nivel de los individuos prevé una relación meronímica (la parte en relación al todo), mientras que en el nivel de los estadios se considera un vínculo implícito con la telicidad.

En una segunda instancia nos encontramos con los casos más controvertidos: los de aquellos adjetivos que toleran combinarse tanto con ser como con estar. Hemos llegado a la conclusión de que el uso de este último remite a la modalidad epistémica. Ahora bien, el empeño de concretar en determinados rasgos significativos los criterios que influyen en la elección de un verbo u otro resulta a todas luces infructuoso. En su lugar hemos propuesto una solución que pasa por identificar el término marcado de la oposición verbal: en combinación con los adjetivos binarios se trata de ser y en combinación con los no-binarios se trata de estar.

Finalmente mediante el fenómeno de la polisemia hemos dejado constancia de que no es posible sistematizar la diferente distribución de los verbos ser y estar de una manera absoluta, sino que esta se encuentra en gran medida determinada por el significado de las piezas léxicas adyacentes.




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Notas

1 Tanto estados como eventos serán presentados bajo el término de situaciones.

2 Cf. Bach (1986: 6) o Jaque Hidalgo (2013: 14).

3 Para este tipo de aproximación al problema véase Porroche Ballesteros (1990).

4 Para una descripción detallada del aspecto gramatical véanse Klein (1992) o Comrie (1976), quienes distinguen entre Imperfectivo, Perfectivo o Aoristo, Perfecto y Prospectivo. Por su parte, Reichenbach (1947) describe el tiempo gramatical a partir de tres puntos que, en su traducción al español, serían los siguientes: H (momento del habla), E (evento) y R (punto de referencia).

5 Este término (state of affairs en la denominación inglesa) es entendido por autores como Dik (1997) de una manera diferente. Nosotros reservamos el concepto "estado" únicamente para los predicados no dinámicos.

6 Para comprender cómo se conceptualiza la atelicidad véase Moreno Burgos (2014a: 121–125).

7 Dicho autor adopta la denominación de objeto; nosotros adoptamos el término entidad por parecernos menos restricta.

8 Para más detalles consúltese Moreno Burgos (2014b).

9 Aunque la argumentación y los resultados son distintos, Marín (2013) también establece el mismo paralelismo con respecto a las ideas de Carlson (1978). Véanse también Kratzer (1995), Fernández Leborans (1999), Arche García-Valdecasas (2004), Escandell Vidal & Leonetti (2002), Maienborn (2005), Roby (2007) o Gumiel-Molina et al. (2015).

10 Adviértase la diferencia con respecto a la voz pasiva: ser detenido.




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11 Cf. Porroche Ballesteros (1990: 73–77).

12 Los ejemplos serán tomados, salvo que se indique lo contrario, del Corpus de referencia del español actual [crea] de la Real Academia Española (variedad geográfica española).

13 Se puede establecer una comparación con otras lenguas como el alemán: er ist erkrankt >er ist krank ('está enfermado' > 'está enfermo'); o el francés: la chambre est salie> la chambre est sale ('la habitación está ensuciada' > 'la habitación está sucia').

14 Los estadios deben ser entendidos como partes que integran un todo; esto es, como fases en el desarrollo interno de un evento. Existen, no obstante, fases externas a los propios eventos en el caso del Prospectivo y del Perfecto.

15 Cf. RAE & AALE (2010: 289).

16 Cf. Porroche Ballesteros (1988).

17 Demonte Barreto (1999) distingue dos clases de adjetivos: los relacionales y los calificativos. Según se extrae de los datos de la autora, los primeros son los que únicamente se combinan con ser; los segundos poseen una naturaleza diversa, ya que incluye tanto a los participiales como a los no-participiales. Por claridad expositiva nosotros no estableceremos esta distinción.

18 No es nuestro propósito realizar un estudio detallado de ello, pero reflexiónese sobre otros ejemplos de interpretación parecida: estar a {diez kilómetros/ quince grados}, estar entre la mesa y la pared, estar de pie, etc.

19 Cf. Navas Ruiz (1963: 115), Bertinetto (1986: 98), De Bruyne (2002: 557–559) o Cuartero Otal (2007: 118), entre otros. Entre los materiales didácticos nos encontramos, por ejemplo, con Guerrero García & Xicota Tort (2015: 149). No obstante, otros autores como Díaz Rodríguez & Yagüe Barredo (2015: 633) llaman la atención sobre lo inadecuado que resulta este criterio. Gumiel-Molina et al. (2015) indican que el significado de "persistencia temporal" es una inferencia pragmática.

20 Disentimos por tanto de autores como Squartini (2004) o Marín (2013), que hablan de estados "delimitados".

21 Nuestra teoría nos permite interpretar de una manera más acertada la afirmación de Michaelis (2011: 1371): "states are atemporal: they can be verified on the basis of a single momentaneous sample […]. Accordingly, a state is said to include the interval at which it holds". El término periodo de aplicación ya aparece en Taylor (1977), pero nosotros lo utilizamos en un sentido diferente aquí. Rechazamos expresamente hablar de intervalo, ya que consideramos que este presenta unos límites definidos deícticamente, cosa que no ocurre con el periodo de aplicación.

22 Advertimos esto en Corpas et al. (2013: 187) y en Silvagni (2013: 55), quienes sólo hablan de "estado" con relación al verbo estar.

23 Clements (1988: 788) habla del criterio ± nexus en relación a oraciones como Sus ojos estaban rojos. Para la noción de "cambio" véase, entre otros, Marín (2013: 23), Roby (2007: 5) o Fernández Leborans (1995: 267).

24 Roby (2008: 8–10) llama la atención igualmente sobre las carencias de esta aproximación teórica.




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25 En vez de argumento "davidsoniano", en las citadas obras se defiende más bien el llamado argumento "kimiano" (véase también Rothmayr 2009). No obstante, Marín (2013) establece un subgrupo a los que denomina estados davidsonianos. Esta postura nos parece problemática, pero no entraremos a analizarla aquí. Para más detalles remitimos a las obras citadas.

26 A no ser que mienta; sin embargo, la mentira es un procedimiento lingüístico para hacer creer que es cierto algo que en realidad no lo es.

27 Lyons (1977) habla además de la modalidad deóntica, la cual está relacionada con los eventos y remite a un valor de obligación.

28 A una lectura similar, aunque no equivalente, se llega a través de la perífrasis <estar + gerundio> en combinación con estados. Para más detalles consúltese Moreno Burgos (2014a: 315–321).

29 Véase Moreno Burgos (2007: 477). Aunque se aborda la misma problemática, ese trabajo se centra en la estructura argumental de los predicados, perspectiva que no adoptamos aquí.

30 No podemos reflexionar aquí sobre la diferencia entre ambos términos. Para una aproximación al tema véanse De Saeger (2007) o Wachtmeister Bermúdez (2005).

31 Camacho (2015) se pronuncia brevemente al respecto en relación al enunciado Aseguran que el mercado de tulipanes está saturado, diciendo que estar no es evidencial en este caso. Esta constatación despoja lamentablemente a su tesis de poder explicativo, ya que elimina la argumentación de la que parte y deja sin explicar el comportamiento del verbo estar.

32 En efecto, el valor epistémico que se le asigna a los niños altos implica una posición intermedia en la interpretación pragmática del correspondiente trinomio (personas altas – niños altos – personas bajas). Lo mismo que en el caso de las prendas de vestir.

33 Existe una serie de adjetivos que remiten a especies animales: herbívoro, carnívoro, omnívoro, etc. Estos introducen lecturas genéricas.

34 La cuestión de la agentividad debe ser entendida más bien como una lectura pragmática derivada. A este respecto y a diferencia de Marín (2013: 39), no relacionaremos a adjetivos como cruel o amable con diferentes "comportamientos" (véase también Morimoto 2011). De hecho, dichas propiedades no tienen que manifestarse forzosamente para poder ser verdad: Juan puede ser cruel sin que en el momento del habla esté realizando ninguna acción ominosa.

35 La abreviatura corde remite al Corpus diacrónico del español de la Real Academia Española.

36 El concepto, que proviene originalmente de la lingüística estructural, aparece también citado en Comrie (1976: 111–122) o en RAE & AALE (2010: 25). Haspelmath (2006) considera, sin embargo, que marcación constituye un término opaco que debe ser desterrado de los estudios lingüísticos. No nos detendremos aquí en cuestionar esta propuesta. Indicaremos, no obstante, que la dicotomía "marcado/ no-marcado" constituye un caso de binarismo (clase y ejemplar) que no hay que confundir con las relaciones de antonimia.

37 La profesión con la que se puede asociar al sujeto de la predicación sólo puede referirse a personas. Igualmente en el caso de la religión, tengamos o no un sujeto personal: se puede decir Juan es católico, pero también La tradición es católica (es decir, se trata de una tradición de los católicos).